Cómo estos diminutos invasores afectan tu salud a largo plazo y por qué deberías evitar las botellas de plástico
Desde hace ya cuatro años, uno de mis hábitos del fin de semana es escuchar el podcast ”All-In”. Si no lo conoces, te animo a escucharlo. Mi marido me lo recomendó y ahora, tanto él, como mi hijo mayor y yo, lo escuchamos. Es un podcast semanal en el que cuatro amigos, “the besties”, hombres de negocio del mundo IT en Estados Unidos, súper potentes y muy exitosos, analizan la actualidad desde el punto de vista de la política, la economía y la tecnología, entre otros. Confieso que no siempre entiendo todo lo que dicen. Por ejemplo, he descubierto que mi cerebro tiene una capacidad excepcional para desconectar mientras ellos hablan de finanzas y reconectar cuando hay un tema que sí me interesa, como cuando, al final del podcast, abren la sección “The Science Corner”, en la que comentan sobre un tema científico novedoso o relevante. Esta sección la lidera David Friedberg, mientras que mi ‘bestie’ preferido, David Sacks, desaparece de escena porque no está lo más mínimamente interesado en el tema.
Bueno, todo esto es para contar que en dos episodios —el episodio E162 del 19 de enero y el episodio E169 del 8 de marzo de 2024—, David Friedberg presentó dos estudios que demuestran el impacto negativo que los microplásticos tienen en nuestra salud.
Cuando bebes de una botella de plástico, también bebes microplásticos
En el episodio E162 del 19 de enero, David Friedberg presentó un estudio reciente que demuestra que microplásticos provenientes de las botellas de plástico terminan en el líquido que contienen —agua, zumos, refrescos…—, pasando a nuestro cuerpo cuando los bebemos. Con el tiempo, estos se acumulan en nuestro organismo y pueden afectar el funcionamiento de las células, además de cruzar la barrera hematoencefálica, que actúa como una barrera de protección para el cerebro, controlando el paso de sustancias desde el torrente sanguíneo y protegiéndolo de elementos potencialmente dañinos.
Conclusión: si puedes, evita beber cualquier líquido envasado en botellas de plástico.
Sin embargo, no debemos demonizar el plástico. Este material, un gran invento de la humanidad, ha permitido abaratar muchos procesos productivos. En la actualidad, utilizamos plástico para fabricar una amplia gama de objetos: sillas, botellas, bolsas, contenedores, portátiles, móviles… prácticamente todo incluye algún componente plástico. Los plásticos son polímeros, es decir, largas cadenas de monómeros compuestos por Hidrógeno, Carbono y Oxígeno, que se unen para formar moléculas específicas. Posteriormente, estas moléculas se pueden organizar en estructuras cristalizadas. El plástico utilizado en las botellas es el PET, producido a partir de gas natural o crudo de petróleo. Estos recursos naturales contienen moléculas de Hidrógeno, Oxígeno y Carbono que se extraen para formar nuevas moléculas. Luego, éstas se convierten en largas cadenas utilizadas para producir botellas de plástico. Comparado con la fabricación de botellas de vidrio, producir una botella de plástico tiene un impacto en la huella de carbono 5 veces menor y es un 40% más barato.
Lo que un estudio reciente ha descubierto es que en las botellas de plástico, compuestas por largas cadenas de polímeros, algunas de estas cadenas se rompen. Al romperse, liberan microplásticos que terminan flotando en el líquido que bebemos. Mediante una innovadora técnica de espectroscopía, que emplea un sistema de luz multiespectral lanzando luz con diferentes longitudes de onda sobre el líquido contenido en una botella de plástico, se ha logrado visualizar estos microplásticos flotando en el líquido. Y se ha estimado que se liberan aproximadamente 10,000 microplásticos por litro de líquido.
Ahora, la pregunta es: ¿qué riesgo tiene el hecho de que haya microplásticos en el líquido que bebemos?
Muchos estudios han demostrado que el plástico PET, utilizado en la fabricación de botellas de plástico, no es tóxico en sí mismo; no genera cáncer ni altera nuestro ADN. Sin embargo, nuevos estudios han revelado que los microplásticos flotando en el líquido que bebemos terminan dentro de nuestras células. Son tan pequeños que pueden cruzar la barrera hematoencefálica, acumulándose en nuestro cerebro. Estos microplásticos se van acumulando en el organismo y acaban por impactar el funcionamiento de componentes de las células, como la mitocondria, pudiendo causar irritación, alergias e inflamación…
La cantidad de microplásticos que ingieres al beber, por ejemplo, de un botellín de agua es tan pequeña que, en sí misma, no representa ningún problema. El verdadero problema radica en el efecto acumulado a lo largo del tiempo. Esas pequeñas cantidades que consumimos inconscientemente cada vez que bebemos de una botella de plástico se van acumulando en nuestro organismo y pueden llegar a tener un impacto negativo significativo. Actualmente, no existe un método para escanear a una persona y determinar cuánto plástico tiene acumulado en su cuerpo. Así que, de algún modo, estamos ciegos ante esta realidad.
Por ahora, la ciencia no ha demostrado que la acumulación de microplásticos sea causante directa de enfermedades. Sin embargo, sin necesidad de pruebas científicas de causalidad, parece de sentido común pensar que acumular plástico en nuestro organismo no es una práctica saludable.
Los microplásticos se van acumulando en tu organismo y pueden afectar negativamente tu salud
Solo dos meses después del primer episodio en el que se comentaron los efectos negativos que el consumo de líquidos en botellas de plástico puede tener en nuestra salud a largo plazo, en el Episodio E169 Friedberg presentó un nuevo estudio publicado en el New England Journal of Medicine. En este estudio, un equipo de científicos de Italia analizó muestras de placa de 304 pacientes que se habían sometido a intervenciones quirúrgicas para retirar placa acumulada en sus arterias. Utilizando técnicas avanzadas de detección, los científicos encontraron microplásticos y nanoplásticos en la mitad de estos pacientes, en una cantidad media de 21 microgramos de plástico por miligramo de placa (un ratio aproximado de 1 a 50). Este hallazgo es preocupante, ya que confirma que, efectivamente, los microplásticos y nanoplásticos se acumulan en nuestro organismo. Pero, lo más alarmante es que aquellos pacientes con plástico en su placa tenían 4,5 veces más probabilidad de sufrir un ataque al corazón, un derrame cerebral o muerte por cualquier causa en los siguientes 34 meses. Por lo tanto, el estudio no solo evidencia la acumulación de estos plásticos en nuestro cuerpo, sino también su grave impacto en nuestra salud.
El tipo de plástico que principalmente se acumula en nuestro organismo no es solo el PET (utilizado en la fabricación de botellas de líquidos y envases de alimentos), sino también el PVC (empleado en cañerías y tuberías de agua). Este último, posiblemente debido a la exposición al sol, puede degradarse y terminar en el agua que circula por las cañerías y sale por nuestros grifos.
Estos estudios aún son incipientes, y parece claro que, al menos a corto plazo, no se limitará globalmente el uso de plásticos para la fabricación de botellas, contenedores de alimentos o tuberías de agua. Como mencionamos, el plástico ofrece la ventaja de tener un menor impacto en la huella de carbono y un coste significativamente menor en la producción y comercialización de alimentos y productos. Sin embargo, cada uno de nosotros, de forma individual, podemos tomar medidas y adoptar nuevos hábitos para reducir nuestra exposición al plástico y evitar el potencial riesgo de dañar nuestra salud.
Mi particular punto de vista: En la medida de lo posible, F**k Plastic
Personalmente, no quiero asumir el riesgo para la salud que implica la exposición al plástico. Ya he comenzado el proceso de eliminar, o al menos reducir al máximo, el uso de plástico en contenedores de alimentos y bebidas. Por ejemplo:
- Evito calentar comida en el microondas usando tuppers de plástico.
- De hecho, he reemplazado casi todos mis tuppers de plástico por otros nuevos de cristal.
- En casa, bebemos agua del grifo que almacenamos en botellas de cristal. El siguiente paso es instalar un buen filtro de agua, pero eso es otro tema, y todo llegará.
- Cuando voy a un restaurante, pido al camarero que el agua sea en botella de cristal. Queda un poco esnob, pero no me importa.
- Consumimos leche de envases Tetra Brik, los cuales sé que contienen un 20% de polietileno, un tipo de plástico. Probablemente no sea lo mejor del mundo, pero al menos evitamos las botellas de plástico.
- He reemplazado mi antigua botella de plástico del gimnasio por una nueva de acero inoxidable.
- También, al viajar, en lugar de comprar botellines de agua, llevo mi nueva botella de acero inoxidable y la voy rellenando.
- Trato de eliminar cualquier embalaje de plástico de las verduras, fiambres, pescado y carne cuando llego a casa y almaceno los alimentos en tuppers de cristal.
Una vez que empiezas a intentar reducir el uso de plástico en torno a los alimentos y bebidas, te das cuenta de que eliminarlo por completo de tu vida es muy difícil. Sin embargo, estas medidas iniciales, que son de bajo coste y requieren un esfuerzo mínimo, pueden evitar o, al menos, reducir el impacto negativo del plástico en nuestra salud a largo plazo. \\